Cómo es Leo

signo leo

Madonna es del signo Leo.

Nos encontramos ante el segundo signo de Fuego: Leo, emergiendo del agua, donde las energías se habían juntado indiscriminadamente en un interior reconfortante, cálido y nutritivo, como lo era la energía canceriana. El Fuego de Leo, a diferencia del de Aries, ha refrenado sus impulsos apasionados, porque ya tiene más claro dónde debe instalarse. Aries era pura potencia en embestida hacia adelante, Leo es calma energía ubicándose en un centro. El ritmo de Aries es el impulso, la modalidad leonina es la estabilidad. Y como estabilidad, en Astrología entendemos el tiempo de fijación del impulso energético.
Leo es uno de los signos positivos o masculinos. Junto con Aries, Géminis, Libra, Sagitario y Acuario son emisores de energía, se direccionan hacia el afuera, de una u otra manera.
Cuando llega el momento, en la quinta fase del zodíaco, Leo se prepara y sale para hacer su propio recorrido. Con Leo empieza lo que he decidido llamar «el viaje dentro del viaje», un hemiciclo que empieza en el final de Cáncer y termina en la cima capricorniana. Es el viaje del héroe de los mitos antiguos, un héroe que aún no sabe cuánta conciencia va a conquistar, porque se va cuando aún es joven, y se hará grande en el camino. Es como Arturo enterándose de que es rey porque es el único que puede extraer la espada de la piedra. Cada leonino comprende y sabe acerca de esta metáfora porque la ha vivido de algún modo. Leo construye su poder personal andando su propio camino.
Este encuentro con la autoconciencia, que sucede en la quinta etapa del zodíaco, es así, conquistado como por añadidura, porque se ha emprendido un desafío con total voluntad: realizar lo que nunca nadie antes había hecho por sus propios medios. El camino es solitario, son los pasos que se dan para empezar la construcción del yo, en la travesía hacia un proceso completo de individuación que culminará en Capricornio. Ustedes dirán, ¿y Acuario, y Piscis? Sigan leyendo, paso a paso, y verán…

Leo sale y se diferencia de lo anterior e interior, y se dirige hacia lo nuevo que ahora es exterior. Siente atracción por ir hacia lugares donde otros no van. Quiere ser él mismo, auto-reconocer su capacidad para hacerlo y gritarlo a los cuatro vientos. Con este movimiento hacia fuera para encontrarse a sí mismo, Leo se individualiza y empieza a usar su nombre propio. Una vez que esto sucede, se alegra, baila, ríe contento, ha llegado más lejos que los demás y al centro de sí mismo, está feliz; su corazón salta de alegría, se lo cuenta a todos y todos lo reconocen, lo felicitan y lo aplauden.
Leo irradia su energía con parsimonia y serenidad, como lo hace el Sol vitalizando y energizando todo lo que tiene a su alrededor. Pero también puede ser apabullante como el sol al mediodía.
El rugido del león, rey de la selva equivale a su «yo soy yo». Aries había gritado: «acá estoy, yo soy, he nacido». Ahora, el zodíaco, en la casa quinta y a través de Leo, expresa y muestra quién es, porque ya se ha formado una auto-imagen clara y concreta de sí mismo. Entonces es libre, singular y creativo, solo en su rol pero rodeado de gente que le ofrece su reconocimiento.
El arquetipo leonino está constituido por los reyes, los aristócratas, los artistas, los líderes, todos aquellos que, ubicados en algún centro emanan desde allí su energía para que el entorno se ordene, adquiera certezas y coherencia en su propio eje, realizando su función particular.
Nobleza, dignidad, disciplina, respeto, generosidad, grandeza espiritual, son las virtudes leoninas. Orgullo, soberbia, ambición, exhibicionismo, altivez, egoísmo, son los defectos.

Los leoninos no dudan, son seguros de sí, tienen la autoestima bien alta, son realistas, les gusta lo claro y luminoso, la perfección, el honor, la amplitud, los términos generales. Leo tiene pensamientos centralizadores, ideas brillantes, acertadas, llenas de fuerza. Mentalmente tiene muy en claro lo que desea. Habla despacio, suave y pausado, llamando la atención por su estilo y locuacidad, y atrayendo a los demás hacia su propio centro.
En sus vínculos, los leoninos son amables, magnánimos, confiados, generosos, optimistas y de buen corazón.
Los encontraremos en actividades, oficios y profesiones donde puedan ejercer su don natural de liderazgo, coordinar, delegar, dirigir y ocupar siempre roles importantes. Son independientes, empresarios, ejecutivos, joyeros, orfebres, directores o presidentes de empresas, cantantes de ópera, estrellas de cine, artistas y actores en general. Y aún cuando se encuentren en relación de dependencia, siempre ocuparán cargos centrales donde puedan diferenciarse y ejercer su mandato. Se visten con mucha elegancia, buen gusto, colores claros y luminosos, usan joyas verdaderas, oro, brillantes, rubíes, relojes, carteras, zapatos y demás accesorios de marcas renombradas y exquisitas. Utilizan aparatos de última generación, simples, sofisticados y livianos.
Frente al desplante o el malentendido se ofenden y se retiran, prefieren la calidez del aplauso y del público. Existen leoninos muy combativos, arrogantes y refractarios que encandilan al prójimo con sus brillos artificiales, y también están los que se muestran suaves y concentrados en sus actividades, iluminando lo que tocan. A todos ellos siempre los verán rodeados de gente aunque sus búsquedas personales, en general, son solitarias e individuales. Si bien un viejo lema dice divide y reinarás, en el mejor de los casos los leoninos son como el rey Arturo, manteniendo a todo el reino unido: Nobleza obliga.

Signo Leo