El objetivo último de Piscis es alcanzar una felicidad doméstica estable y sin sobresaltos.
Sueña con formar una familia y sentirse pleno entre las cuatro paredes de su hogar.
Para Sagitario, por supuesto, este tipo de vida terminaría por constituir una prisión y muy pronto exigiría ser dejado en libertad, abriría las puertas y se echaría a volar.
Por lo tanto, ponerse de acuerdo sobre sus proyectos futuros les resultará difícil, casi imposible.
Al principio, sin embargo, la adoración que le profese Piscis fascinará a Sagitario y lo impulsará a satisfacer sus incesantes exigencias de afecto y compromiso.
Pero pasado el período de enamoramiento inicial, Sagitario no podrá reprimir sus ansias de libertad y se sentirá atrapado.
Piscis, herido, incrementará sus celos y cuanto más se afane en poseer totalmente a su compañero, tanto más se alejará de él.
La relación puede seguir adelante si Sagitario se apiada de su hipersensible compañero y accede a darle, aunque sea una mínima parte de la seguridad y la comprensión que éste le pide.
Por su parte, Piscis deberá poner coto a los celos que lo atormentan y a su irrefrenable afán posesivo.
La felicidad no les llegará sin esfuerzo y continuamente tendrán que hacer concesiones mutuas si quieren permanecer juntos.