¿Cómo es Piscis?

Neptuno, el planeta regente de Piscis, simboliza la ilimitada energía oceánica vasta, inmensa, imprecisa e incon-men-surable, con imágenes de diferentes estados: arriba, abajo, adentro, afuera, superficie, profundidad, transparencia, oscuridad, y, además, el maravilloso e insondable mundo de la fuente original donde se generó toda la vida.

La casa zodiacal que ocupa el signo de Piscis es la número 12, la última, la que reúne todo lo anterior y lo disuelve reduciéndolo a su esencia, para que termine un ciclo y comience otro. Este es un territorio ambiguo que contiene al inconsciente colectivo, a los arquetipos de la humanidad, y donde el diseño de los dos peces mirando cada uno hacia otro lado indica la doble visión -interna y externa— de los piscianos, con un lenguaje metafórico de infinitas paradojas; representante también del mundo onírico y del imaginario, no sólo personal sino colectivo. Con este clima de base llegamos al último signo del Zodíaco: Piscis, donde todo es posible. Los conceptos e ideas sobre el inconsciente no personal y la totalidad, generan multiplicidad de distintos posibles piscianos con los que ustedes pueden encontrarse.
Habíamos visto que, después de Capricornio, el Zodíaco presenta dos manifestaciones energéticas difíciles de entender con la mente racional, Acuario y Piscis, justamente por hallarse en el ambiguo territorio de los planetas transpersonales. Los tres signos regidos por planetas transpersonales, Escorpio, Acuario y Piscis, respectivamente por Plutón, Urano y Neptuno, constituyen una complejidad especial en el estudio de la Astrología. Para empezar a adentrarse en la oceánica energía pisciana, es necesario atravesar una densa niebla que se nos impone como barrera y encontrar el modo de aprehenderla. Niebla en inglés se dice mist y de esta palabra provienen los términos místico y misterio. En los cuentos de hadas estos espacios nebulosos sólo se podían atravesar conociendo alguna fórmula mágica, o simplemente usando la intuición para orientarse.

Esta introducción que estoy realizando tiene por objeto prepararlos para que sean ustedes mismos los que puedan encontrar las claves y llaves ocultas que les proporcionarán algún tipo de acceso a los piscianos. No es directo ni llano el camino como en las primeras energías del Zodíaco. Para comprender a Piscis tendrán que aprender a zambullirse en aguas muy profundas, o sea mojarse completamente en un acto de total entrega, si quieren conocerlos «a fondo», o, si no, sólo conformarse con ver la fachada, la superficie, sin descubrir el inmenso mundo interior que guardan allá lejos, abajo y adentro, como el mar inabarcable con su movimiento interior, anónimo y desconocido que representan.
Los piscianos viven en el mundo de los símbolos, los sueños y las fantasías. Con ellos se verán ante la imprecision y la falta de límites, y ante códigos muy diferentes del lenguaje hablado o escrito tradicional, porque aquí vive el idioma sin palabras, el que discurre por otros carriles que no corresponden al hemisferio izquierdo del cerebro, que es racional, sino al derecho e intuitivo. Este es el mundo de lo latente y de lo virtual, de lo global, del conjunto y de lo infinito. Aquí nada está separado, todo está unido, reunido por hilos invisibles y reales aún sin ser tangibles, del mismo modo que sucede con la música. Este mundo se habita con radar, con antena y traje de buzo. La sensibilidad es tanta que no se puede recorrer sin protectores. Es por eso que los piscianos son hipersensibles, susceptibles, impresionables, absorbentes como esponjas y, a la vez, también son altamente influyentes sobre los demás y sobre su entorno. Por esta misma razón, ellos suelen defenderse mediante corazas corporales y caracterológicas bien gruesas, y acotar el espacio a su alrededor para refugiarse en cómodas y pequeñas «peceras», ya sea una casa muy pequeña, un barquito o estructuras institucionales sólidas y consistentes, ajenas o propias, para no perderse en la infinitud, y poder vivir desde su sensibilidad e intuición.

Misteriosos, indecisos, emotivos, generosos, errantes, abiertos, influyentes, abnegados, manipuladores, con facilidad para todo tipo de adicciones, maleables y entregados; la manera de convivir con sus propias contradicciones es comprender el mundo de los símbolos, fluir sin interpretar, reconocer su extrema sensibilidad, confiar en sus sensaciones e intuiciones, realizar prácticas que los reúnan e integren, como la meditación y algún estilo de yoga activo, estar al aire libre, confirmar su plasticidad y la diversidad de sus recursos y posibilidades, encontrando sus códigos personales para crearse una filosofía propia de vida, basada también en su innata capacidad para las grandes verdades y los conocimientos de orden superior.
Cuando los piscianos logran compenetrarse en sí mismos y entregarse, a su vez, al flujo y reflujo de sus mareas interiores, o de las externas, con una soltura más simple y suelta, sin tanta coraza protectora o con ella, pero no tan gruesa, podrán convertirse en grandes novelistas, poetas, músicos, o empresarios, médicos, terapeutas corporales o psicológicos, enfermeras, sanadores, cineastas, artistas plásticos, masajistas, trabajadores sociales, con una visión más abarcadora y humanitaria. Si, en cambio, no lograran algo de lo antedicho, vivirán apretados en formas creadas por otros, insatisfechos, melancólicos, ausentes, resignados o perdidos en cualquier tipo de ilusión, o en su defecto, creyéndose salvadores del mundo, y embarcándose en cuanta batalla santa aparezca por su entorno.

Los piscianos tienen como prueba en la vida superar el miedo a la zambullida en su viaje interior por medio del desarrollo de la fe y la confianza en sus captaciones no racionales. En sus relaciones, Piscis es muy afectuoso, cariñoso, empático, llegando a comportamientos de indiferenciación y simbiosis. Adoran ir al cine con su pareja e impregnarse con lo que se ve proyectado en la pantalla como si les estuviera pasando a ellos mismos. Son hipersensibles, lloran, sienten, perciben, intuyen y resuenan con lo que le pasa al otro. Les cuesta mucho concluir un vínculo cuando éste llega a su fin, y suelen empezar otra relación quedándose enganchados con las anteriores parejas y diciéndoles «te amo» a muchas personas por igual.
El título «¿Y yo quién soy?» se refiere a esta compleja tarea de integración de las múltiples formas y recursos con que cuentan los piscianos; los que, por ser los últimos, cierran el ciclo zodiacal, disolviendo y convirtiendo en sutil esencia lo que alguna vez fue una sólida estructura, todo eso aprehendido en los anteriores once estadios, y preparando el territorio que dará bases a la nueva vuelta que se reiniciará con el signo de Aries. El último grado del signo del Piscis es, así, considerado la última causa primera de los ciclos zodiacales.

Piscis